jueves, 8 de julio de 2010

Gentefobia

La gente sube al colectivo y mientras pide el boleto sécamente (ni se le cruza por las neuronas decir por favor, Buenos días, gracias señor conductor por parar), ya empieza a buscar un buen lugar para sentarse. Miran y observan detalladamente. Al lado de la ventana no, porque para salir hay que hablarle al compañero de asiento para pedirle permiso. En los asientos enfrentados no, ya que uno está expuesto a las miradas de los tres sujetos que lo rodean. Las opciones se van agotando. Mientras introducen las monedas en la máquina consideran sentarse atrás de todo pero la vista no es demasiado atractiva. Sólo humanos, humanos y humanos. Entonces queda el paraíso, siempre ocupado, limpio, luminoso y sin posibilidad de contacto más que la nuca del otro que se puede ver al mirar al frente. Los preferenciales asientos individuales, algo así como el vip del bondi. Si alguien está parado en una punta o sentado en la peste, corre fugazmente para ocupar este sitio y ascender un poco en la escala.
Qué le sucede a la gente? Hay algún problema con compartir el espacio con extraños, con viajeros que quieren llegar a las casas, a los trabajos, a clases de salsa?
Vamos, somos todos iguales, dejemos de tratarnos como si tuvieramos algún tipo de fiebre contagiosa que contagia con sólo mirar.
Muchas veces la monotonía urbana se torna pesada, entonces... qué mejor que conocer al extraño de al lado y ocupar los asientos de a dos!

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